viernes, abril 21, 2006
La calle que temprano había hervido yace fría, reptil. Ahora sin gente no existe verdad, tampoco hay que esperar. Ella es una copa de cristal contra la pared. Quien había exprimido mi corazón como trapo mojado ahora se ha vuelto trapo para mí. Su piel tan blanca resplandece a la luz de la luna. Me acerco, el pasillo se alarga a mis espaldas. Levanto mis manos azules, los dedos extendidos. Mi sombra se agranda sobre su cuerpo. No emite sonido pero sus ojos gritan, primero piedad y luego terror. Envuelvo su cuello entre mis manos y aprieto con una fuerza tal que me imagino capaz de borrar el pasado. El presente languidece entre mis dedos y cae rendido a mis pies. Pero el pasado es un gigante grotesco y el futuro se esfumó.
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2 comentarios:
claro pilikrishna
luego te mando la invitación
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