martes, septiembre 05, 2006

El show debe continuar. Si nos enganchamos con las peripecias de los errores insignificantes que pasan desapercibidos nos dirigimos hacia un pozo sin fondo, del que jamás podremos salir. El show debe continuar.
Tropecé y caí justo a los pies de la vieja que estaba al lado del escenario. El tiempo se paralizó mientras veía mis sueños hechos polvo. Me levanté como un rayo intentando disimular, para que el accidente pase como parte del acto. Pero era in disimulable. La gente rió, me puse rojo de ira. Proseguí mi discurso con un nudo en la garganta y salí de escena violentamente. No podía entender cómo me había tropezado. ¿Con qué?
Al final del acto descubrí que el estúpido que maneja las luces se había llevado una naranja para comer mientras se hacía la presentación y la había perdido. La maldita rodó hasta mi posición y fue allí cuando la pisé.